Comentarios del fin de semana vivido por
Edgardo Maranghellohttps://maranghello.com.ar/piloto/index.php/rafaela-26-de-septiembre-de-1999/Dentro del circuito nacional, el ¨Óvalo¨ de Rafaela es uno de los circuitos que todo piloto quiere correr; sin embargo es el que más silencios genera.
Un año antes, en julio de 1998 se produjo un accidente fatal durante los entrenamientos del día viernes; Raúl Petrich y su copiloto Lofeudo, fallecieron trágicamente al impactar contra un guard rail a la entrada de uno de sus curvones. La competencia se suspendió. Más adelante se reemplazaron los guard rail por paredones de hormigón y el ¨Templo de la velocidad¨ volvió a ser parte del calendario nacional en 1999.
ViernesRecuerdo llegar al autódromo, viernes temprano por la mañana. El acceso a las instalaciones obliga a atravesar la pista; tratándose de un óvalo, los boxes se encuentran en el centro de la misma. Impacta el peralte, realmente impresiona; desde el exterior se nota el desnivel y allí abajo los boxes.
Si tengo que describir las sensaciones que sentí, debo resaltar el silencio; todos abocados a las tareas normales de preparación de las máquinas, pero las caras están más tensas que lo de costumbre; nadie habla de lo que en el aire está presente, allí, la última vez, murieron dos colegas.
Al subir el auto no pensaba en nada; solo veía un cielo increíblemente azul y un sol pleno. El TC Pista era lo primero que saldría a la pista y me tocó la primera tanda que volvería a pisar el circuito. Debo haber sido el cuarto o quinto en pisar la pista y comenzar a girar. Cuatro chicanas interrumpían el óvalo; por la forma peraltada del circuito no era fácil verlas, salvo por los neumáticos de contención ubicados a la entrada y unas banderitas. La primera pasada a baja velocidad me iba generando una sensación increíble, difícil de contar. A poco de salir de la chicana y previo al ingreso al primer curvón, la segunda chicana, más rápida, y a la salida quedaba casi tres cuartos del curvón para clavar el pie al fondo del acelerador para entrar a la recta opuesta. Lo estoy viendo mientras escribo, una de las sensaciones más plenas que sentí arriba del auto. Nuevamente el ingreso a una chicana, de ingreso rápido pero muy traicionera a la hora de apuntar el auto al paredón en la salida; pronto la última chicana y a la salida, el resto del curvón e ingreso a la recta principal. Allí se salía bien pegado a la cuerda interna y dejaba deslizar el auto hasta la cuerda externa para salir pegado, muy pero muy cerca del paredón a unos 200 km/h, llegando nuevamente a la primer chicana a unos 250 km/h. El Vasco me contó que Alberto Canapino me había tomado esas velocidades con el radar.
Completé la tanda y bajé con una sonrisa de oreja a oreja. El auto iba muy pero muy bien y me sentía cómodo llevándolo.
De todos modos, en los boxes se sentía ese silencio extraño aunque mi mente no estaba dedicando tiempo al temor.
En la tanda clasificatoria quedé en el puesto 22; no me preocupaba, sabía que la carrera me daría muchas oportunidades de avanzar. Recuerdo hacer un trompo en la chicana tres, quedando muy cerca del paredón; como dije antes, la salida de esa chicana era muy complicada y al acelerar sobre el piano, la cola se disparó y salí marcha atrás, pero sin consecuencias.
SábadoEl sábado no hubo actividad por la lluvia; hubo una reunión de pilotos convocada por las autoridades, se propuso eliminar una chicana y hasta suspender la prueba si continuara lloviendo el domingo. Durante la noche volvió a caer una tormenta feroz; impresionante la cantidad de agua que cayó. Ahí sí que comencé a pensar si largaría en caso de lluvia el domingo y diría que la chance era 90% que no.
Domingo, La CarreraEl domingo amaneció totalmente soleado.
Por la forma de acceso al circuito, la recta principal se convirtió en un barreal por los autos que entraron y salieron durante la noche. Las autoridades dispusieron una pequeña tanda de tres vueltas previas a la carrera y dos horas antes, para que podamos chequear el estado de la pista; el Vasco me puso muy poca nafta para que no me entusiasme, de dos giros y vuelva. Al pasar por la zona sucia, el auto quedó completamente lleno de barro; saliendo de la segunda chicana y al encarar el curvón, el motor hizo un rateo por falta de combustible; pensé que algo podría pasar pero fue solo eso.
Llegué a los boxes; lavaron como pudieron los laterales del auto; en la foto se ve la parte interna del guarda barro delantero llena de barro.
El Vasco decidió cambiar la posición del chupador de combustible para a evitar ese problema, avanzada la competencia.
Todo tranquilo; me encontraba muy relajado y así fui a la grilla. Hubo dos vueltas previas; si bien los bomberos intentaron lavar la pista en la zona embarrada, en la primera pasada el barro de los vehículos que me precedían tapó parte mi parabrisas. Al cumplir la segunda vuelta, la bandera y el semáforo verde para planchar el acelerador a fondo.
Rápidamente me abrí hacia el paredón para evitar nuevamente el barro en el parabrisas; gané mucha velocidad mientras la doble fila se apuntaba hacia la primera chicana. Comencé a pasar autos, solo, por la derecha; debía embocar desde arriba del peralte la chicana sin poder ver exactamente dónde estaba el ingreso; no sería muy difícil ya que todos giran en el mismo lugar y así me zambullí con el temor de ser tocado por algún auto; la maniobra salió perfecta y salí de la segunda chicana en el puesto 15 para encarar la recta opuesta. Allí perdí un puesto pero no lo porfíe, el auto estaba perfecto y la carrera sería larga y complicada para arriesgar todo al comienzo.
En la segunda vuelta, al entrar al primer curvón, sentí un rateo similar al de la vuelta de reconocimiento; pero esta vez no fue el combustible y el humo de aceite comenzó a entrar en el habitáculo; el motor ya no respondía y saqué el auto hacia el exterior de la chicana 3 para detenerme fuera de la pista.
Todo terminó. Un problema que muchos ya habían tenido con las válvulas; una se cortó y destruyó medio motor.
Fue un trago muy amargo; sobre todo porque llegaron solo 7 autos a la meta. Pero lo que no fue no fue y rescato todas las sensaciones que sentí allí; un recuerdo imborrable.